Cuenta la leyenda que en un tiempo no tan lejano y en un territorio no tan aislado, vivía un herrero que se creía muy desdichado. Llevaba más de 10 años aprendiendo el oficio, con uno de los mejores herreros de la comarca. Hasta que al fin decide ponerse por su cuenta, y abrir su propia herrería.
Había aprendido todo lo necesario y capaz se veía. Así que sin más discusión pensó que se lo merecía. Cuando llevaba algún tiempo por su cuenta, recibió la visita de su antiguo maestro.
– Como te va todo?, le preguntó al herrero.
– Pues la verdad es que no muy bien maestro.
– Y eso por qué?
– Pues no lo sé, pero me cuesta mucho más que cuando estaba con usted.
Entonces el viejo maestro le invitó a que le enseñara como lo estaba haciendo. Y el herrero le mostró cada uno de los pasos que llevaba a cabo en el proceso de la forja del hierro. Una vez mostrados todos y cada uno de los pasos, el maestro le pregunto al herrero:
– Y no crees que hay un paso que has olvidado?.
– No, lo hago todo igual que cuando estaba con usted.
– Y no crees que sería mucho más fácil si primero calientas el hierro y después lo golpeas?. Porque golpear el hierro en frío, sólo sirve para que tus golpes te reboten.
Moraleja: «es bueno revisar todos los procesos de cualquier actividad ya que el día a día nos hace olvidar dichos pasos que nos impiden avanzar.»
Así que si quieres el hierro moldear, al fuego lo tendrás que calentar. Para que no te pase igual que al herrero que golpeaba en frío el hierro.
@Sergio_Isven
Que buen recordatorio para aquellos que nos creemos perros viejos y no miramos más lejos que de nuestra nariz.
Gracias.
Es importante valorar el detalle, los procesos, cada acción, para poder conseguir la excelencia.
Gracias por tu aportación Alberto
Encantador relato que nos hacer percibirnos de que algunas veces obviamos lo mas importante en nuestro hacer cotidiano.
Gracias
Bonito relato como recordatorio . Cuando mecanizamos nuestros comportamientos y dejamos de cuestionarnos o analizarlos, perdemos la capacidad de mejorar.