Cuenta la historia que en la II Guerra Mundial había un solado japonés que era, igual de temido por sus enemigos que elogiado por sus aliados. Y es que decía no tener miedo a las balas.
Era un ídolo en las filas japonesas porque llenaba de actitud positiva allá donde llegaba. Un día uno de sus compañeros de armas le preguntó:
– Y como es eso de que no tienes miedo a las balas?.
A lo que, cogiendo suavemente una bala del cargador de su arma, y mientras la lanzaba con su mano, le contestó:
– Te ha matado la bala que te he lanzado?.
– No, respondió, incredulo el soldado.
– Entonces, replicó el valiente soldado, porque voy a tener miedo a las balas?. Lo que hemos de temer es la velocidad a las vienen las balas, eso es lo que nos mata.
Moraleja: «No tengas miedo a las balas, la velocidad a la que vienen es lo que nos mata».
Todos tenemos miedos, la mayoría de las veces infundados, o asociados a otros miedos. Tener miedo es bueno, nos ayuda a crecer, sin embargo hay que saber bien a que temer. Como el soldado que no tenía miedo a las balas, porque realmente sabía que lo que le podía matar, era la velocidad a la que éstas impactaban.
@Sergio_Isven